martes, 27 de mayo de 2008

FILOSOFIA DEL TAI CHI CHUAN


El Confucionismo y el Taoísmo son dos de las corrientes filosóficas más importantes e influyentes de China. Mientras los pertenecientes a la primera piensan que todos vivimos de acuerdo con nuestra naturaleza, los taoístas hablan de un mundo más místico y trascendental, del espíritu, y nos prometen una mayor profundización de los principios que rigen el mundo.
El Taoísmo, y concretamente el concepto de Tao, son la base del Tai Chi. El Tao, cuya traducción es senda o camino, es la esencia de la vida en si misma, la fuente de donde todo emana.
Los primeros taoístas, al igual que los filósofos clásicos, eran a la vez místicos y científicos y su primordial deseo era llegar a comprender la naturaleza y las leyes que la rigen y la controlan. Partiendo de la base de que en el mundo el hombre no es el centro de todo sino una figure accidental, la observación y la vida contemplativa les llevaron a entender que todo cuanto veían y les rodeaba se regía por ciclos (las cuatro estaciones, la creación y la destrucción, el ir y venir de las olas del mar, el día y la noche…). A partir de estas bases establecieron el concepto de Yin y Yang (lo negativo y lo positivo, lo negro y lo blanco, lo femenino y lo masculino, etc…), es decir, dos fuerzas opuestas y a la vez complementarias que en su interacción van de la una a la otra y que resumen cualquier relación dual.
Forman un círculo y cada una de ellas representa la mitad de un todo (dos gotas de agua unidas). Su visión no es una línea recta sino curva, para mostrar el flujo y la fusión final de la una en la otra, del mismo modo que cada una de ellas contiene, en forma de círculo pequeño, parte de la contraria. Esto simboliza el equilibrio de la vida.
Esta interrelación y armonía entre lo que es opuesto recibe el nombre de Tai Chi, y es precisamente la esencia del Tao. Los taoístas pretenden que la gran aspiración del ser humano es, o debería ser, mantener el equilibrio entre las fuerzas del cuerpo y la mente en cada uno de los instantes de su existencia para liberarse de un universo que está en cambio constante. Ello provoca que el deseo principal sea llegar a un estado mental que elimine cualquier inquietud y preocupación, así como la ansiedad, y que el cuerpo, en estado de relajación completa, logre superar todas las adversidades que se plantean en su vida humana y terrenal.
Para conseguirlo es necesario que los movimientos del cuerpo y la mente vayan a un mismo ritmo. La parte alta del cuerpo es ligera, mientras que los pies se mantienen firmes en el suelo para recordar que la condición humana está ligada a la tierra. Ambos aspectos combinados son el origen de todo. Los lentos movimientos del Tai Chi permiten el retorno a la naturaleza, pues a la vez que reflejan la calma de lo estable en el mundo, expresan la fluidez y el movimiento de lo continuo.
Los movimientos del Tai Chi son circulares, empiezan y terminan en el mismo punto, y el final de uno representa el principio del siguiente, con el fin de reforzar la idea de que nada termina ni se interrumpe, sino que todo fluye de forma continua y sin fin. Los ejercicios no han de realizarse de forma mecánica, sino que han de practicarse buscando una nueva relación con el espacio y con la energía cósmica

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